El Día del Libro en tiempos de pandemia

Libros

Este es un Día del Libro atípico. Duele la ausencia de las casetas en las calles o en las plazas, esas que encontramos cuando comienzan a celebrarse durante el mes de abril las ferias del libro y que luego se van multiplicando por las ciudades de las comunidades autónomas de toda España.

Las librerías están cerradas al público. No hay colas tras los mostradores, no se suceden las sesiones de firmas y los programas de actividades que cada año muchas de ellas organizan han tenido que cancelarse. Las bibliotecas públicas siguen aguardándonos. Mientras tanto, atesoran en sus estanterías los volúmenes a la espera de que vuelva a poder ofrecerse el servicio de préstamo y que los niños tengan la posibilidad de maravillarse al atravesar por primera vez sus puertas. Ahora, los anaqueles solo acumulan polvo.

Tiempos de pandemia

Vivimos tiempos de pandemia. La salud de todos los que nos rodean, y en especial de aquellos a los que amamos, nos conduce a cuidarnos para proteger al resto y nos mantiene confinados en casa, a la espera de poder volver a vivir, en cierta medida, en el exterior. Aguardamos que el distanciamiento social sea estrictamente un distanciamiento físico para que, al final, este también desaparezca y nos permita abrir los brazos sin temor y devolver sonrisas sin que estén ocultas en nuestro rostro. Así las cosas, el Día del Libro, ese día tan mágico para lectores, escritores y creadores vinculados al universo editorial, sin olvidar a los imprescindibles correctores y traductores, resulta extraño.

Seguro que somos muchos los que añoramos vagar entre las estanterías o mesas repletas de ejemplares de librerías y casetas al aire libre, coger un tomo aquí, asir un tomo allá, leer una sinopsis, estudiar con interés una cubierta, curiosear la fotografía de las solapas, esperar para intercambiar unas palabras con algún autor, dibujante o ilustrador, y comprar no solo para ti, sino también para aquellos a los que amas, un libro único, especial, elegido para esa persona en concreto porque es ella y no otra la que va a recibirlo.

El Día del Libro durante el confinamiento

Pero todo eso volverá. Es solo cuestión de tiempo. En este mismo instante hemos de congratularnos al ver cómo las iniciativas en la red son tan abundantes como variadas. No falta nadie. Lectores que comparten sus preferencias y recomendaciones, escritores interviniendo en redes sociales, grupos editoriales organizando eventos online, la lectura virtual del Quijote, librerías que a través de internet ofrecen todo tipo de opciones para compras presentes o futuras…

Y a todo ello se suman las campañas que ya se habían puesto en marcha durante el confinamiento con charlas y encuentros virtuales de escritores, así como la puesta a disposición de forma legal y gratuita de libros y cómics para descargar por parte de editoriales como Astiberri y Dolmen, entre otras.

La variedad es enorme. Porque da igual si hablamos de mundo físico o virtual, el motor de esta fecha tan especial son los libros, y los libros resisten, se adaptan, sean cuales sean nuestras circunstancias, tal y como siempre han hecho. La narrativa de ficción, los cómics, los ensayos, los manuales de divulgación, la poesía y la dramaturgia seguirán estando ahí, para saciar el placer, la curiosidad y las ansias de conocimiento humanas.

Feliz Día del Libro 2020

Así que hoy permite que te desee un feliz Sant Jordi y un feliz Día del Libro, en la medida de lo posible. Sueña. Lee. Aprende. Imagina. Disfruta. Desconecta del mundo con las historias que más te gusten. Poco importa que sean de fantasía, ciencia ficción, romanticismo, crímenes, dramas, terror o superhéroes. Evádete con lo que desees y agradece al autor que su pluma, su lápiz o teclado posea la magia necesaria como para lograr que, durante el tiempo que dure tu lectura, no te encuentres confinado, tal y como él agradecerá sin que lo sepas todas y cada una de las veces que tengas su obra entre tus manos. Porque tú eres lo más importante, tú eres el motivo de cada línea.

Hoy es el Día del Libro. Y tal vez no podamos vernos tras una mesa firmando ejemplares. Quizás todavía no podamos conocernos. Pero un libro es mucho más que un encuentro y, desde el momento en que lo soltamos al mundo, reconozcámoslo, los escritores poco importamos. Los libros tienen vida propia. Pertenecen a los lectores. Ellos seguirán ahí cuando nosotros nos hayamos ido.